Vera

  Llegué Tarde -  Dramático El reloj marcaba las 8.56 am y el café debe abrir a las 7.00 am. —¡todos los días lo mismo loco! ¡Siempre tarde! ¡A mí me van a cagar despidiendo! — Voceaba Elena frustrada mientras salía de su casa  — ¡Taxi!  — gritó. Se tomó el primer taxi en pasar, que en cuestión de minutos la dejó en la puerta del café. — $990 serían  — dice el taxista. Elena le entrega un billete de $1000 y no bajó hasta recibir su vuelto de 10 miserables pesos  — chau, ¡gracias! Pues en aquel taxi se había ido casi el 80% de su propina del día. Desde la otra vereda puede ver, del café las luces apagadas aún, pues era ella trabajadora de turno que debía abrirlo. — puta.  — piensa  — Bueno, si me meto rápido a la cocina nadie se va a dar cuenta de que llegue tarde y que crean que me demoré en abrir por limpiar los baños. Con la cabeza gacha entra al establecimiento, da dos pasos y se queda a mitad del tercero, ya que en el transcurso de éste, sin mirar al frente se choca fuertemente con

Y entré en sueño profundo... El reloj marcaba las 8.56 am y el café debe abrir a las 7.00 am. Mis piernas corrieron hacia el baño sin siquiera dejar a mi cuerpo estirarse en la cama. Me mal-lavé los dientes en 10 segundos y en cuestión de minutos ya me encontraba bajando a toda prisa por las escaleras del edificio mientras me terminaba de poner el uniforme del trabajo en dirección a la cafetería.  En cuanto salgo a la calle, veo venir el 60, que para mi buena suerte se encontraba vacío. Extiendo mi brazo y no paró. Lo mismo sucedió con cuatro colectivos más, parecía ser ignorada por completo, pues los taxis libres reaccionaban de la misma manera. Me subí a una ecobici de la ciudad y comencé a pedalear. Por más que utilizase todas mis fuerzas en las piernas, ésta avanzaba muy lentamente. No era el problema que esté oxidada, sino que de alguna manera necesitaba mucha más fuerza que la que se usa habitualmente para pedalear una bicicleta. Al inclinarme hacia mi reloj eran las 9.03, pensé